Modo vs destino
La felicidad es un modo de viajar, no un destino. Una frase que escuché hace tiempo y que, al principio, me sonó un poco a esos consejos que uno encuentra en los imanes de la heladera o en una taza de café inspiradora. Pero cuanto más la pienso, más sentido le encuentro. Porque, ¿cuántas veces nos encontramos corriendo hacia algo, creyendo que cuando lleguemos ahí seremos felices? Cuando tenga ese trabajo, cuando compre esa casa, cuando baje esos kilos, cuando pase tal cosa... Y así, la vida se convierte en una eterna espera de un momento que parece que nunca llega o, si llega, resulta que no es tan perfecto como lo imaginábamos. Entendí que la felicidad no depende de lo que me pasa, sino de cómo decido mirar lo que me pasa. Suena simple, pero, en la práctica, es un desafío diario. Hay días en los que todo parece salir mal: el auto no arranca, el trabajo se acumula, alguien me contesta mal... Y ahí es donde me pregunto: ¿qué depende de mí? Porque, aunque no pueda cambiar lo que su...